top of page

Cada encuentro en nuestras vidas está de alguna manera orquestado por una fuerza divina…

  • Foto del escritor: sylviahatzl
    sylviahatzl
  • 7 sept 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 13 dic 2021

... y los extraños a los que nos sentimos atraídos tienen algo que enseñarnos. – Dr. Wayne Dyer


ree


Me asignaron a la terapeuta, lo que me pareció extraño. Normalmente, cuando quiero ir a terapia, elijo yo misma al terapeuta, si está disponible, por supuesto. Sin embargo, no fue así en Domus, y cuando vi a la terapeuta por primera vez, me pensé muy preocupada: ¡Dios mio! ¡Todavía es muy joven!


Pero me liberó de esta preocupación desde la primera sesión, en la que quedó claro que no sólo tiene experiencia profesional, sino también vital, y que es tan inteligente como un látigo – y con un enorme corazón compasivo. Estaba encantada con ella, me pareció genial y además fascinante después de que me contara un poco sobre si misma.


Y viceversa, ella también. Dijo más de una vez que me admiraba…


Por primera vez en toda mi vida, me encontré frente a una persona que me entendía. ¡Quién podría explicarme siquiera cómo funciona mi cerebro autista! Y por qué esto o aquello fue un problema para mí, y que esto o lo otro me costó trabajo y energía, toda mi vida… me hubiera gustado abrazarla. Y mi corazón cayó a sus pies.


Y estuvo a mi lado durante esas semanas de crisis vital, cuando tuve que dejar el lugar que se había convertido en un hogar para mí, cuando la amistad con Amy se rompió. Además, por primera vez en mi vida, tuve una idea de lo que se debe sentir al tener una mejor amiga… algo de lo que las chicas y las mujeres siempre hablan, pero que yo nunca conocí.

No sé, y ni siquiera puedo empezar a imaginar, cómo habría superado estas semanas críticas sin ella.


Sin embargo, al mismo tiempo se empezó a notar que el tipo de terapia para el autismo a la que estaba acostumbrada mi terapeuta, para la que estaba formada, que había estado haciendo durante 16 años… no era realmente lo que yo necesitaba. En primer lugar, yo también sí sabía de psicología y neurología. En segundo lugar, ya tenía un puñado de estrategias y herramientas. Y en tercer lugar, aunque no por ello menos importante, los nueve años con Amma en el ashram ya habían supuesto un gran cambio para mí, porque me había aclarado más y más sobre mi misma, aunque sin tener una etiqueta.


Mi problema no era el autismo en sí, o no era mi mayor problema, no el principal.


Mi principal problema era el trauma emocional que había sufrido en la infancia. Precisamente esto: lo imposible que era yo… lo mucho que había que avergonzarse de mí… por qué ni una vez podía ser como los demás niños… Unido a la decisión vital de mi madre, de la que muy pronto se arrepintió.


En este punto me gustaría hacer una pequeña, pero creo que importante, observación.

Si quieres hacer terapia y empiezas a buscar, hay dos cosas que son cruciales: la forma correcta de terapia (después de todo, no vas al dentista si te has roto una pierna) y que la “química sea la adecuada” entre el terapeuta y el cliente. Este último punto debe observarse cuidadosamente, porque puede haber demasiada simpatía entre el terapeuta y el cliente, y entonces el trabajo psicoterapéutico ya no es posible. Es necesaria una cierta distancia emocional para ambas partes. Si ésta no existe, la terapia fracasará.

Comentarios


Publicar: Blog2_Post

Abo-Formular

Vielen Dank!

©2021 por autobiografía de una autista. Creada con Wix.com

bottom of page