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Hasta que no hagas las paces...

  • Foto del escritor: sylviahatzl
    sylviahatzl
  • 6 sept 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 12 dic 2021

... con lo que eres, nunca estarás contento con lo que tienes. – Doris Mortman


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Esos meses, desde noviembre de 2020 hasta marzo/abril de 2021, supusieron el derrumbe total de lo que había creído que era, desde la primera infancia. Nacida en una cultura dura e implacable que no perdonaba ningún error, me fui a Japón en diciembre de 1989. Viví allí hasta mediados de 2000, y también fui a la universidad. La cultura japonesa es una cultura en la que lo suave, lo estético, lo amable tiene su lugar y forma parte del concepto de belleza, pero no por ello es menos dura e implacable y no perdona ningún error. El haiku coexiste con el seppuku (suicidio ritual, comúnmente conocido en Occidente como harakiri), un amor por todo lo frágil y efímero junto a una cultura guerrera que idealiza el suicidio por honor y orgullo, hasta el día de hoy. ¿Quién no ha oído hablar de los karoshi, empleados que trabajan literalmente hasta caer rendidos? Pero incluso hoy en día hay hombres, en ciertos puestos de alta dirección en las empresas, que se quitan la vida si cometen un error grave que perjudica a la empresa. Hoy en día, sin embargo, esto se silencia para no llevar a la familia de la persona a la ruina económica, porque el seguro de vida no paga en caso de suicidio.


Me había convertido en un samurái por dentro. O más bien en un “Ronin”. Un ronin es un “guerrero sin amo” que vaga solo. Esto se romantiza a menudo en Occidente, y también en el Japón moderno, pero la verdad es, como siempre, mucho más sobria y decepcionante, si se quiere. Uno se encuentra con el mundo armado hasta los dientes, escondido tras una armadura y un casco, esperando siempre ser atacado… Es un patrón psicológico basado en la ansiedad, porque uno experimenta el mundo como algo hostil – lo que, por supuesto, no es de extrañar si uno lo ha experimentado así desde su más tierna infancia.


Constantemente hay que defenderse, constantemente hay que luchar para conseguir lo menos…


Y siempre la lucha contra mí misma. Cuando a un niño se le educa de tal manera que se le dice constantemente lo imposible que es… lo mucho que hay que avergonzarse de él o ella… por qué no puede ser como los demás niños por una vez…


Entonces, por supuesto, la niña y luego la joven y luego la persona adulta se rechazan a sí mismas. En el fondo está convencida de que está “falsa” y de que el mundo no la quiere, de que no hay lugar para ella en este mundo. ¿Qué otra cosa queda sino ponerse una armadura, con una máscara aterradora o quizá fascinante como casco, según la percepción del otro, y enfrentarse al mundo con espadas afiladas?


Y esta imagen propia se rompió. Todo se rompió.


Ya había empezado a desmoronarse antes de que empezara el curso, y luego se rompió, un poco más con cada pincelada, y por supuesto no fue sólo el alma de la talentosa artista lo que salió.


Alrededor de la Semana Santa de 2021, recibí el diagnóstico de Domus, y al mismo tiempo, mi amistad con Amy llegó a un final profundamente traumático, tirando completamente de la alfombra debajo de mí. Domus me ofreció terapia, y la acepté. Aunque me preguntaba qué podía hacer por mí la “terapia del autismo”, pero eso no era tan importante para mí en ese momento. Sólo sabía que necesitaba ayuda y apoyo en mi situación.

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