No es la oveja negra la que es diferente, son ...
- sylviahatzl

- 29 oct 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 14 dic 2021
... las blancas las que son todas iguales. – Patricia McMahon

Cuando era niña, todavía había libros para niños y libros para niñas. Odiaba estas distinciones y me daba mucha rabia que siempre se prefiriera a los chicos en todo. ¡Fue tan injusto! A ellos se les permitía aprender cosas interesantes en la escuela en las clases de manualidades, cómo usar martillos y clavos y destornilladores y armar cosas, mientras que las niñas teníamos manualidades y teníamos que tejer chaquetas y bufandas de ganchillo. Lo odiaba como nada.
Leí los antiguos mitos griegos y romanos, y no sólo esos. Leí todo sobre la Edad Media, los teutones y los celtas y los romanos, sobre Egipto, los aztecas y los mayas, sobre el mundo islámico y las culturas de África. Cuanto más crecía, más leía, y siempre buscaba culturas en las que se valorara a las niñas. No encontré mucho, pero hoy sé que tanto la arqueología como la antropología cultural solían ser extremadamente racistas y sexistas, y en gran medida lo siguen siendo. Y sólo con Enid Blyton y sus series “Santa Clara” y “Los Cinco” empecé a leer otros libros.
Y cuando lees los mitos clásicos de pequeña y tienes que leer, entre otras cosas, cómo Hércules fue humillado como prisionero al trabajo de las mujeres… por no hablar de las historias bíblicas que aprendimos en clase de religión…
… un espíritu libre y desafiante como yo nunca querría convertirse en una mujer, y mucho menos tener que serlo. No quería ser una niña y, desde luego, nunca quería convertirme en una mujer, me lo había jurado. Quería convertirme en un chico. En invierno escondía mi precioso y largo pelo castaño oscuro (¡que nunca me habría cortado bajo ningún concepto!) bajo una gorra y me alegraba si el conductor del autobús pensaba que era un chico. Incluso exigí a mi hermana que me llamara por un nombre de chico, y a mis compañeras de clase también. Algunas le siguieron el juego, otras no. Y mi padre sólo tenía una cosa que decir a todo esto: “¡Tienes un cuerpo de modelo! ¡¿Y tú quieres ser un chico?!”
En mi vecindad había unos cuantos chicos con los que jugaba en el campo de vez en cuando… pero eran bastante malos, y también pensaba que eran bastante estúpidos. Así que seguí jugando sola la mayor parte del tiempo, en mi mundo de fantasía.



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