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No te tomes nada como algo personal. Nada de lo que hacen los demás se debe a ti. Lo que otros ...

  • Foto del escritor: sylviahatzl
    sylviahatzl
  • 25 sept 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 13 dic 2021

... dicen y hacen es una proyección de su propia realidad, de su propio sueño. Cuando seas inmune a las opiniones y acciones de los demás, no serás víctima de un sufrimiento innecesario. – don Miguel Ruiz, Los Cuatro Acuerdos


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El terror que había tenido antes de la escuela pronto se desvaneció y dio paso al aburrimiento. La profesora era una dulce anciana sin ninguna asertividad. Ya sabía leer y escribir y prefería mirar por la ventana para observar las nubes en el cielo o los pájaros en los árboles… A las pocas semanas de empezar el colegio también quedó claro que no veía bien. Una visita al oftalmólogo me reveló que era miope y necesitaba gafas. Yo era el único niño en todo el mundo con una “bicicleta de nariz”, pero en ese sentido los adultos estaban ahí y enseguida dejaban de hacer el ridículo.


En casa, el sueño de mi madre de tener una familia feliz se vio destrozado por el alcohol, del que mi padre no pudo escapar. El alcohol no era su único problema. No pudo completar su educación, no pudo mantener un trabajo y, por lo tanto, no pudo mantener a la familia.


Una noche llamaron a la puerta de mi habitación y oí a mi hermana pequeña llamándome con lágrimas en los ojos. No me gustaba que mi hermana pequeña me molestara, y ella lo sabía muy bien, así que debía ser algo serio. Además, a los tres años, ya era la hora de acostarse para ella… Me alarmé. Cuando abrí la puerta, la niña estaba delante de mí llorando: “¡Por favor, por favor, Sylvia, baja, mamá y papá se están peleando mucho, tengo miedo!”


Era serio. Sabía que tenía que cuidar de ella. Así que la cogí de la mano y bajé con ella.

Ya se oía a mis padres desde las escaleras y, cuando nos pusimos delante de la puerta, llamé a la puerta y la abrí. Completamente sorprendidos, se interrumpieron y se quedaron mirando un momento antes de que nuestra madre se diera la vuelta y saliera sin decir nada por la puerta trasera.


Nuestro padre la llamó una o dos veces más, pero al ver que no volvía, se acercó a nosotros para salir también del salón y, al pasar, nos sentenció: “¡La culpa es vuestra!”.


Hoy, mientras escribo esto, me he dado cuenta desde hace unos días de que ese momento de hace tanto tiempo describe y resume perfectamente toda mi historia con mi madre en una sola imagen: La huida.


La psicología actual habla mucho de la respuesta al trauma. La huida es una reacción traumática clásica de este tipo, e incluso situaciones y momentos aparentemente no relacionados pueden desencadenar este comportamiento en una persona. Por no hablar de que los primeros 18 meses de la vida de mi madre estuvieron dominados y marcados por la huida y la ocultación.

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